"Echale glifo que mata todo”; “Ponele un litro más de glifo y listo”. Frases similares como estas se escuchaban varios años atrás en la región pampeana a la hora de controlar las malezas. Hoy, ya eso no va más. El problema de las malezas resistentes y su posterior expansión en las principales zonas agrícolas no es nuevo para el sector. La primera en conocerse fue el yuyo colorado en 1995 que generó resistencia al grupo de las ALS. Pero sí este flagelo se hizo más notorio en los últimos 10 años y se profundizó en los últimos 5 cuando se aceleraron las resistencias.
El control de malezas tolerantes y resistentes es el mayor desafío técnico que viene enfrentando el productor argentino en las últimas campañas. Y la evolución del mercado de herbicidas en el país valida la sensación de que se avanza unidireccionalmente hacia escenarios de mayor complejidad. “Estos cambios tienen como única causa las malezas resistentes. Además de sumar nuevas malezas a la lista año a año, hoy enfrentamos un desafío sin precedentes: la expansión geográfica de las resistencias múltiples”, advierte Mariano Murias, gerente de Marketing Herbicidas de Syngenta.
A veces se cree que el “desembarco” de la ciencia sobre un tema actúa como árbitro impoluto echando luz sobre incertidumbres. La realidad muestra que no es tan así. Sucedió (por citar un tema banal) con la llegada del VAR (video arbitraje) en el fútbol (para algún despistado, consiste en repasar las jugadas conflictivas con varias cámaras para ayudar al árbitro a tomar la decisión sobre un fallo). Se pensaba que se iban a terminar las polémicas, sin embargo, lejos de ello, las discusiones continuaron.
Desde el lunes pasado, en los grupos de WhatsApp y en las redes sociales de los actores vinculados al agro argentino, prácticamente todos los mensajes caen en un embudo que deriva en debates sobre un mismo tema: la situación de Vicentin. Sobre el final de la campaña 2019/2020 y el inicio de la 2020/2021, el anuncio del presidente Alberto Fernández de intervenir la empresa por 60 días y promover su expropiación, a través de un proyecto de ley enviado al Congreso, aumentó el sacudón que ya había generado en la cadena agroindustrial la convocatoria de acreedores de la compañía por una deuda acumulada de casi 100.000 millones de pesos.
El concurso de preventivo de la firma con sede en Avellaneda, originado en la cesación de pagos por u$ s 1.350 millones, alentó al gobierno nacional a intervenirla y avanzar con un proyecto de expropiación. Como en 2008, una parte de la ciudadanía tomó como propia la amenaza contra la propiedad privada y potenció el conflicto, obligando a los funcionarios a buscar una salida consensuada.
Según relevamientos de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), la falta de precipitaciones atenta contra el avance de la siembra triguera en importantes zonas del país, y está la posibilidad cierta de algunas mermas en área si no se revierte esta situación. Aun así, se mantienen las previsiones en torno a las 7 millones de hectáreas sembradas para el total nacional.
Una empresa emblemática del interior del país, dedicada hace mas de 90 años a un negocio que es el que mejor sabe hacer la Argentina, termina sus días de la peor forma y podría transformarse en la versión 2020 de la Resolución 125. Esta empresa santafecina de Avellaneda, de la tribu de colosos agroindustriales nacionales como Arcor, o Aceitera General Deheza cuyos orígenes se remontan a fines de la década del 20 en un comercio de acopio y ramos generales comienza su decadencia por agosto de 2019. Después del resultado de las PASO que consagraron como fórmula vencedora a Fernández-Fernández, la confianza de los productores que le entregaban sus granos a fijar comenzó a menguar.
La cosecha 2019/2020 va terminando y avanzan las negociaciones de los alquileres del nuevo ciclo. Hasta ahora, lo que se observa es que quedarán marginados algunos operadores que venían mal parados económicamente en las últimas campañas y tuvieron malos rindes de soja en 2020. Pero quedan otros que están renovando los contratos, pese a que solo hay ganancias con rindes altos.
Por José Gandini.
Para los ingenieros agrónomos, no es novedad que el control químico de malezas hace mucho dejó de ser la única opción adecuada. Cuando recorremos un campo, en el sudeste y el sudoeste bonaerense, para evaluar la posibilidad de producir, no sólo tenemos en cuenta las aptitudes del suelo, condiciones agroclimáticas de la zona, distancia al puerto, el cultivo antecesor y otras variables que evaluamos para llevar adelante el negocio agrícola. Una de las tareas más importante a la hora de recorrer es evaluar la presencia de malezas resistentes o tolerantes a distintas familias de herbicidas. En nuestra zona, el sudeste bonaerense, las malezas más problemáticas son el raigrás resistente a glifosato, crucíferas resistentes a ALS, glifosato, en algunas zonas a 2,4D y, hace poco, el yuyo colorado resistente a glifosato.
La oferta de semillas para la próxima campaña de granos gruesos está asegurada, según informó la industria esta semana en una conferencia de prensa vía Zoom. En la presentación, la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA) dijo “que la actividad respondió rápidamente ante la aparición de la pandemia de COVID-19 para garantizar la producción de alimentos”. La producción de semilla fiscalizada se desarrolló sobre casi 428.732 hectáreas, previstas al inicio de la campaña, añadió ASA.