En la actualidad, la producción bubalina en la Argentina cuenta con casi 200.000 cabezas, de las cuales 169.000 están en el NEA. "El búfalo está creciendo entre un 9 y un 10% anual. Al ritmo que venimos, en el 2030 estaremos en 300.00 cabezas. Creemos que es un proceso que debería acelerarse", señaló Zava.
Como uno de sus aspectos más importante, la ley reglamentada este lunes crea el Consejo Federal Bubalino (CFB), órgano que deberá estar conformado por tres representantes del Ministerio de Agricultura, uno del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), uno del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), uno de los Ministerios productivos de las provincias que adhieran al programa, y uno de los productores de cada una de esas provincias.
"Si esto funciona, va a tener una repercusión directa en el pequeño productor y en la empresa familiar. Por ejemplo, en un campo de baja calidad de apenas 200 hectáreas, el búfalo tiene una eficiencia de conversión muy superior al vacuno. Es una especie que cuenta con una mejor fisiología nutricional y se come todos los juncos y los pastizales, metiéndose en lugares donde la vaca no", remarcó Zava, quien también forma parte del comité técnico de la Asociación Argentina de Criadores de Búfalos (AACB).
Para el especialista, esa implicancia a pequeña escala puede llevar también a una repercusión en las empresas medianas y grandes, ya que generaría una mayor demanda de los productores. Además, permitiría un desarrollo en el mejoramiento genético al fomentar la producción de semen en el país.
En ese sentido, Zava está convencido de que la producción bubalina es importantísima para el campo argentino ya que se complementa con las demás producciones ganaderas. "En el norte argentino, el búfalo iguala la eficiencia productiva que tiene el vacuno en la pampa húmeda. Es una especie que se adapta perfectamente bien a lo que hay, una herramienta de última generación. El productor ganadero tiene que entender que, en lugar de comprar un vientre que le va a dar seis terneros, al comprar un búfalo está comprando un vientre que le va a dar 16", precisó.
Por último, Zava se refirió a la resistencia que existe a su consumo en la mayoría de la sociedad: "Poco parece importarle a la gente que la carne de búfalo sea 40% más magra que la vacuna. Aunque es cierto que a medida que se va descendiendo en la pirámide de consumidores, los recursos económicos y la información son cada vez menores y el miedo al cambio aumenta".
"Si las autoridades tienen la voluntad de aplicar la ley, en los próximos años tendremos un cambio importantísimo en el sector ganadero. Es muy probable que las próximas generaciones que se dediquen al campo reciban terrenos de menor superficie. Por eso, al buscar recursos que le produzcan mayor rentabilidad, los jóvenes de hoy encontrarán que el búfalo es una buena opción", concluyó.
La Nación – Pedro Lacour